La idea era participar en un programa llamado algo así como «Santa te cuida», que atiende a niños que tienen algún tipo de necesidad especial. Brayden se sentía muy tímido, pero no hubo problemas. Santa Claus sabía cómo tirarse al suelo y compartir sus juegos. Lo entendía.
Ciudad de México, 6 de diciembre (SinEmbargo/TheHuffingtonPost).– Las familias con niños autistas a veces se encuentran con dificultades ante situaciones de la vida que, para otros, son sencillas. Cuando están con sus pequeños en entornos que no conocen bien, con ruido, con mucha gente… Todo suma para generar una situación estresante, que puede incluso intimidar al niño.
Ejemplo claro: una cola en un centro comercial para ver a Santa Claus. Música, gritos, caprichos, padres nerviosos… y un señor de Laponia que no sabe cómo comportarse con ese otro niño, que requiere de él una atención diferente.
Erin Deely, de 36 años y madre de un hijo de tres años con autismo llamado Brayden, explica que todas sus visitas de este tipo descolocan a su pequeño. «Siempre pienso que no voy a poder conseguir unas fotos con Santa Claus, porque no puedo manejar la situación, con el ruido y la presión. Mi hijo se pone ansioso sólo con que le pidas que sonría para la foto…», relata.
Pero el pasado 22 de noviembre, sin embargo, Erin tomó a Brayden y lo llevó al SouthPark Mall de Charlotte, Carolina del Norte (EU), para visitar al barbudo. Pese a todo. La idea era participar en un programa llamado algo así como «Santa te cuida», que atiende a niños que tienen algún tipo de necesidad especial.
Brayden se sentía muy tímido, pero no hubo problemas. Santa Claus sabía cómo tirarse al suelo y compartir sus juegos. Lo entendía.
El resultado fue un día entrañable para la familia Deely, que quedó reflejado en unas fotografías que están dando la vuelta al mundo, se han viralizado como un símbolo de que todo, todo, es posible. Sólo hay que tener en cuenta las necesidades de cada cual.
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